martes, 16 de noviembre de 2010

Festividad de Cristo Rey 2010.



Se celebra el último domingo del año litúrgico y significa que Cristo es el Rey del universo y de cada uno de nosotros.
Es una de las fiestas más importantes del calendario litúrgico, porque celebramos que Cristo es el Rey del universo.
Celebramos que el Reino de Dios es un Reino de verdad y de vida, de la santidad y la gracia, de la justicia, el amor y la paz.
Cristo es alfa y omega, el principio y el fin. Cristo reina en las personas con su mensaje de amor, justicia y servicio.
El Reino de Cristo es eterno y universal, es decir, para siempre y para todos los hombres.

Puedes leer el Evangelio de Mateo 25,31-46 para saber lo que Jesús nos dice.

El Reino de Dios se parece a:

“un grano de mostaza que uno toma y arroja en su huerto y crece y se convierte en un árbol, y las aves del cielo anidan en sus ramas”.
“al fermento que una mujer toma y echa en tres medidas de harina hasta que fermenta toda”
“un tesoro escondido en un campo, que quien lo encuentra lo oculta, y lleno de alegría, va, vende cuanto tiene y compra aquel campo".
“un mercader que busca perlas preciosas, y hallando una de gran precio, va, vende todo cuanto tiene y la compra”.

Esta oración la he cogido de: Autor:fuente catholic.net

Oración

Oh Cristo, Tú eres mi Rey!
Dame un corazón caballeroso para contigo.

Magnánimo en mi vida: escogiendo todo cuanto sube hacia arriba, no lo que se arrastra hacia abajo.

Magnánimo en mi trabajo: viendo en él no una carga que se me impone, sino la misión que Tú me confías.

Magnánimo en el sufrimiento: verdadero soldado tuyo ante mi cruz, verdadero Cireneo para las cruces de los demás.

Magnánimo con el mundo: perdonando sus pequeñeces, pero no cediendo en nada a sus máximas.

Magnánimo con los hombres: leal con todos, más sacrificado por los humildes y por los pequeños, celoso por arrastrar hacia Ti a todos los que me aman.

Magnánimo con mis superiores: viendo en su autoridad la belleza de tu Rostro, que me fascina.

Magnánimo conmigo mismo: jamás replegado sobre mí, siempre apoyado en Ti.

Magnánimo contigo: Oh Cristo Rey: orgulloso de vivir para servirte, dichoso de morir, para perderme en Ti.

Amén.

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