miércoles, 2 de febrero de 2011
¿SABES AMAR?
Yo estoy aprendiendo. Aprendiendo a aceptar a las personas, aún cuando ellos me defraudan, cuando ellos escapan del ideal que yo tengo para ellos. Cuando ellos me hieren con palabras ásperas o las acciones irreflexivas.
Es difícil de aceptar a las personas así como ellos son, y no como yo quiero que sean. Es difícil, muy difícil, pero estoy aprendiendo. Yo estoy aprendiendo a amar.
Yo estoy aprendiendo a escuchar, para escuchar con los ojos y oídos, para escuchar con el alma y con todos los sentidos.
Para escuchar qué dice el corazón, lo que dicen los hombros caídos, los ojos, las manos inquietas.
Para escuchar el mensaje que esconden las palabras, para descubrir la angustia enmascarada, la inseguridad disfrazada y la soledad encubierta.
Para penetrar la sonrisa falsa, la felicidad simulada, la adulación exagerada. Para descubrir el dolor de cada corazón. Poco a poco, yo estoy aprendiendo a amar.
Yo estoy aprendiendo a perdonar, porque el amor perdona, limpia las heridas y borra las cicatrices que la incomprensión e insensibilidad grabaron en el corazón herido.
El amor alivia la herida que dejaron los pensamientos dolorosos. No cultiva las ofensas con las piedades y autocompasión. El amor perdona, da olvido, extingue todo el dolor en el corazón.
Yo, paso a paso, estoy aprendiendo a perdonar, a amar. Yo estoy aprendiendo a descubrir el valor. Yo estoy aprendiendo a descubrir el valor dentro de cada vida, de todas las vidas.
El afecto y aceptación, para las experiencias duras, vivido a lo largo de los años. Yo estoy aprendiendo a ver, en las personas, su alma, y las posibilidades que Dios les dio.
Yo estoy aprendiendo, pero ¡qué lento el aprendizaje! ¡Qué difícil amar, como Cristo amó!
Aunque, tropezando, vagando, yo estoy aprendiendo... Aprendiendo a poner de lado mis propios dolores, mis intereses, mi ambición, mi orgullo, cuando éstos impiden el bienestar y la felicidad de alguien.
¡Qué duro es amar!
No permitas que nadie venga a ti sin irse mejor y más feliz.Se la expresión viviente de la bondad de Dios; bondad en tu cara, bondad en tus ojos, bondad en tu sonrisa.
MADRE TERESA DE CALCUTA.
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